Por: John Beck / Vice News.
Se han excavado trincheras en Cizre. De varios metros de
ancho y protegidas con montículos de tierra y material de construcción,
aparecieron bloqueando las carreteras en este enclave kurdo en el sureste de
Turquía después de que Ankara lanzara, en julio, una campaña aérea intensiva
contra el prohibido Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Los niños juegan en ellas durante las horas diurnas. Pero
por la noche, cuando la policía se acerca, están patrulladas por grupos de
jóvenes armados, quienes tratan de repeler estas incursiones mediante feroces
enfrentamientos que han dejado al menos un muerto y numerosos heridos.
Cizre ha pasado años al margen de la guerra. La anodina
ciudad de algo más de 100.000 habitantes se encuentra a orillas del río Tigris,
a unos 48 kilómetros del punto dónde Turquía lidia con el conflicto que
devasta Siria e Irak, y dónde la violencia se extravía con regularidad a través
de las fronteras nacionales. Ahora, el ciclo de ataques aéreos y los ataques
del PKK renovados contra las tropas turcas amenazan con un retorno a las tres
décadas de lucha entre las dos partes que se ha cobrado más de 40.000 vidas. Y
aquí los residentes se sienten como si fueran el epicentro de la contienda.
"Hay un dicho, 'si hay paz, comenzará en Cizre, y si
hay guerra, comenzará aquí también'", dijo la co-alcaldesa de la ciudad
Leyla Imret, de 28 años, a VICE News recientemente. "Y ya podemos decir
que tenemos una guerra civil en Turquía". Imret, cuyo padre fue asesinado
por las fuerzas de seguridad cuando tenía cinco años y creció en Alemania,
describe su barrio como un epicentro de resistencia contra el presidente turco,
Recep Tayyip Erdogan, y su Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP).
Es obvio, incluso sin las trincheras. Las paredes grises de
la ciudad están grafiteadas con las siglas de grupos combatientes kurdos: el
PKK, la organización que agrupa en la Unión de Comunidades Kurdas (KCK),
la rama juvenil del YDG-H, la franquicia siria de las YPG-YPJ, y con el
apelativo "Apo": una referencia al fundador del PKK y aún
líder, Abdullah Ocalan. La presencia de la policía en la ciudad es mínima,
a pesar de que las autoridades piden refuerzos de los alrededores y las
patrullas se llevan a cabo en convoyes de vehículos blindados.
Los familiares del
adolescente asesinado Hasan Nerse caminan sobre una barricada durante una
procesión fúnebre en Cizre. Imagen por John Beck.
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Los ataques aéreos comenzaron el 24 de julio después de que
el PKK matara a dos agentes de policía en represalia por un atentado suicida en
la ciudad fronteriza de Suruç, que dejó a 33 activistas pro-kurdos muertos. El
atacante fue entrenado por el llamado Estado Islámico (EI), pero los kurdos
culparon a las fuerzas de seguridad turcas de laxitud y de estar confabuladas
con el grupo y afirmó que los oficiales asesinados habían estado
trabajando con los yihadistas.
Los ataques del gobierno turco son parte de una dual
"guerra contra el terror", que asegura que está centrada tanto en el
PKK como en EI, pero que hasta ahora se ha concentrado, casi exclusivamente, en
los combatientes kurdos. Desde entonces, este grupo, que Turquía y los EE.UU.
ven como a una organización terrorista debido a su historia de ataques contra
objetivos civiles y militares, ha lanzado una serie de ataques contra objetivos
militares y policiales, matando a varios de sus efectivos.
La historia de Cizre de agitación y apoyo al PKK se remonta
a décadas. Durante los peores años de la insurgencia, en la década de 1990,
decenas de personas murieron en las frecuentes luchas callejeras.
Un acuerdo de alto el fuego en 2013 trajo una paz frágil al
sureste de mayoría kurda en Turquía y concedió más derechos a una población
largamente sometida a las restricciones en el uso de su propia lengua y en sus
prácticas culturales. Pero Cizre fue uno de los puntos dónde las grietas en el
proceso de paz se mostraron primero.
Cuando Estado Islámico pretendía capturar el enclave
fronterizo sirio-kurdo de Kobane a lasYPG en octubre mientras Ankara miraba,
aparentemente poco dispuesta a ayudar, los kurdos de Turquía estallaron. Los
enfrentamientos entre los partidarios de las YPG y, el islamista y
kurdo Partido de la Causa Libre (Hüda-Par) y las fuerzas de seguridad mataron
al menos a 35.
El YDG-H posteriormente proclamó la autonomía en Cizre,
excavó trincheras y estableció puestos de control en busca coches y gente desde
la noche hasta el amanecer. Las tensiones aumentaron de nuevo en invierno,
cuando un grupo de jóvenes murieron en combates, entre ellos dos niños — Umit
Kurt, de 14, y Nihat Kazanhan, de 12 —, que al parecer perecieron a manos de la
policía en enero.
Posteriormente, Ocalan llamó a la calma a Cizre en una
misiva ampliamente vista como un toque de atención al ala juvenil, YDG-H. Estos
se echaron atrás y desmantelaron las fortificaciones. Para el grupo es fácil el
reclutamiento entre la población empobrecida debido a las pocas oportunidades
de empleo y la mano dura policial que golpea a muchos jóvenes por sus presuntos
vínculos con el KCK, allanando, en el proceso, el camino hacia la militancia en
el grupo.
"Larga vida a la resistencia en Kobane" en
una pared Cizre. Imagen por John Beck
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Un joven de 18 años de edad, que pidió que se le presentara
bajo el seudónimo de "Shorishger [revolucionario] Botan" llevó a
VICE News en una patrulla nocturna por un barrio de Cizre del que su grupo era
responsable.
El grupo de adolescentes enmascarados, calzando zapatillas
multicolores y con pistolas metidas en sus pantalones recorrió su camino por
los callejones mal iluminados, y llenos de agujeros de bala, turnándose para
lanzarse a través de los callejones en los que la policía puede usar sus
armas y saltando por los tejados con un sistema de escaleras improvisadas que
les permiten llegar a los puntos de observación.
Algunos estaban tensos, pues un gran número de fuerzas de
seguridad habían intentado entrar en el distrito por múltiples rutas varias
noches antes, dando lugar a intensos combates que dejaron a varios de ellos
heridos. No hubo repetición de la ofensiva masiva esa noche, pero los disparos
esporádicos continuaron hasta las primeras horas de la mañana y la policía, en
varias ocasiones, disparó gases lacrimógenos en el vecindario.
Botan dijo que en su grupo se turnaron para observar las
rutas de entrada, tanto de día como de noche. Señaló con orgullo las
fortificaciones defensivas, y dijo que habían sido excavadas con una de sus
excavadoras, para volver a ser excavadas cuando la policía intentó taparlas, y
re-excavadas de nuevo. Fueron lo suficientemente grandes como para no permitir
a vehículos blindados entrar, pero el pie o menos de espacio libre a cada lado
permitió a los residentes locales sortearlos, corriendo o en moto.
Destacó los "equipos" de su grupo, organizados en
diferentes roles, incluyendo el suministro y el uso de diferentes armas, tales
como piedras y cócteles molotov. "Tenemos piedras, bombas incendiarias,
fuegos artificiales y también armas", dijo. "Cuando las cosas se
ponen tensas los chicos armados intervienen. Todo el mundo tiene una
responsabilidad".
Los niños juegan alrededor de una trinchera y barricada en
un barrio Cizre. Imagen por John Beck.
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El sentimiento de resistencia masiva va mucho más allá de la
juventud. La mayoría de los residentes la ven necesaria para detener la
represión contra los kurdos que la perciben caracterizada por las detenciones
masivas de jóvenes y la extrema brutalidad policial.
La represión, dicen, es su venganza. En las elecciones
generales del 7 de junio de Turquía, el pro-kurdo Partido Democrático de los
Pueblos (HDP) superó el umbral de voto del 10 por ciento necesario para
garantizar a esta comunidad una presencia parlamentaria por primera vez. Al
hacerlo, se bloquearon las ambiciones de Erdogan de asegurar un "súper
mayoría" para el AKP, que a su vez le permitiría modificar la constitución
y ampliar enormemente sus propios poderes.
Desde los ataques aéreos, el presidente también ha hecho un
llamamiento para que los miembros del HDP sean despojados de la inmunidad
parlamentaria, acusándolos de tener vínculos con el PKK. Cientos de personas,
entre ellas miembros del HDP y del Partido Democrático de las Regiones (BDP)
han sido detenidos por cargos similares.
"Todo el mundo está cavando trincheras. Antes los
jóvenes eran los objetivos, pero ahora todo el mundo en su casa es una diana
para la policía", asegura Mesut Nar a VICE News, copresidente local del
DBP en oficinas del partido en Cizre. Mientras hablábamos, informaciones de un
ataque aéreo turco en el pueblo de Zergele, en las montañas de Qandil, en el
que murieron ocho civiles aparecieron en un televisor montado en la pared.
Hombres mayores bigotudos negaron con la cabeza y chasquearon la lengua ante
las imágenes en bucle de cuerpos envueltos en mantas siendo apartados de los
escombros de las casas.
Un hombre de 38 años de edad, quien pidió que se le
identificara como "Rebar Cudi" porque acababa de ser liberado de una
pena de cárcel debido a sus actividades políticas, mostró a VICE News los
alrededores de la ciudad durante el día. Dijo que las trincheras y barricadas
eran necesarias para detener las olas de arrestos, y agregó que fueron
construidas por grupos de gente tan pronto como comenzaron los ataques aéreos y
las detenciones. "Cuando hay pequeños incidentes esto no ocurre, pero
cuando sabemos que una política gubernamental implica un ataque sistemático
contra nuestro pueblo, tomamos precauciones".
La policía se está adaptando a las defensas, añadió, y van a
rebufo de excavadoras armadas. Una de estas había sido utilizada la noche
anterior con el fin de llegar a un camino bloqueado a través de dos paredes de
un recinto de una fábrica.
"Al igual que los ataques aéreos, las incursiones en la
calle se realizan de noche para ejercer presión psicológica", dijo.
"Este es el precio del 13 por ciento [el porcentaje de voto del HDP]...
Ellos [el AKP] están vengándose del HDP".
Un agujero de bala en
un escaparate de una tienda cerca de donde murió Hasan Nerse. Imagen por John
Beck.
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La última víctima de la violencia fue Hasan Nerse, de 17
años, que al parecer fue muerto a tiros por la policía el 29 de julio. Fotos
circularon mostrando su cuerpo ensangrentado, horas después. Vestía ropajes
tradicionales y fue aparentemente ejecutado sumariamente: tenía las manos
esposadas a su espalda, una herida de bala en la pierna y varias en el pecho.
Las circunstancias exactas de la muerte de Nerse no están
claras. Sus familiares dicen que él y algunos amigos habían ido a la ciudad a
por un helado alrededor de la medianoche. En algún momento, el coche se desvió
para evitar un control de carretera de la policía, lo que provocó una
persecución corta antes de que los chicos se estrellaran y trataran de escapar
a pie, mientras la policía disparaba sobre ellos. Nerse fue alcanzado en
el muslo y arrestado mientras sus compañeros escaparon. Los resultados de la
autopsia aún no han sido mostrados a sus familiares y abogados.
En la carretera de doble carril donde murió, agujeros de
bala disparados desde al menos dos posiciones diferentes impactaron contra
escaparates y dejaron cicatrices en una pared adyacente. Las calles estaban
tranquilas y los comercios cerrados cuando esto sucedió. Los residentes
reportaron haber oído los disparos, pero la mayoría se puso a cubierto en vez
de investigar más a fondo.
En un edificio de enfrente, un adolescente dijo a VICE News
que había oído gritos de que alguien estaba herido y trató de salir a la calle,
pero rápidamente se retiró cuando los agentes apuntaron sus armas hacia él.
Luego, la policía detuvo los vehículos con el fin de ocultar la escena,
asegura. Después, él afirma haber escuchado repetidas órdenes para que alguien
pusiera las manos en alto.
Otro hombre mostró a VICE News un vídeo grabado con el móvil
que dijo que había tomado desde un balcón. En este, a un hombre joven, que dice
que es Nerse, se le puede ver la cara esposado en la calle entre los vehículos
de policía, todavía consciente y en movimiento. Este hombre también explicó que
los vehículos se trasladaron para que no se viera la escena.
Otro testigo, que también habría estado cerca del escenario
de los hechos en el segundo piso de un apartamento, contó a VICE News una
versión similar. "La gente decía que alguien estaba herido, pero a
cualquiera que sacara la cabeza fuera de la ventana ellos [la policía] le
lanzaban gases lacrimógenos a... Ellos [la policía] gritaban '¿Qué tienes en tu
mano?' y le hacían preguntas como '¿Quiénes son las personas que estaban
contigo?'... pero no quiso dar los nombres de sus amigos".
Una imagen que sería del cuerpo de Hassan Nerse en el teléfono móvil de un familiar. Imagen por John Beck. |
Nerse provenía de una familia típicamente numerosa,
con sus padres aún vivos y con cuatro hermanos y dos hermanas. Un pariente
cercano, que pidió no ser identificado, habló con VICE News en el tercer día de
su funeral en la mezquita central de Cizre. Sentado en medio de un grupo de
hombres de mediana edad intercambiando sorbos de agua y té con azúcar, y
abanicándose con tiras de cartón, describió a Hassan como a un buen estudiante
de escuela secundaria que era muy querido y estaba "obsesionado" con
el fútbol y viajar, aunque no era políticamente activo.
Más tarde, ese mismo día, un cortejo fúnebre partió de la
sede DBP, una ceremonia en la que asistieron familiares, funcionarios locales y
docenas de vecinos. La multitud, encabezada por miembros de la familia, con un
cartel con la cara de Nerse junto a Ocalan, corearon consignas contra el
gobierno y se dirigieron a la mezquita, sorteando las barricadas y rodeando las
zanjas.
Hablando fuera de la mezquita, rodeada de otras mujeres de
la familia, la madre de Nerse, Emine, de 50 años, desafiante, tomó una foto de
su hijo envuelto en colores kurdos. "No era más que un niño que no tenía
nada que ver con la política", dijo a VICE News. "Sólo estaba usando
ropa tradicional. Es nuestro traje, que hemos estado usando desde hace cientos
de años. Justo acababa de cenar cuando se fue con sus amigos al mercado".
Emine también entendió su muerte como el resultado de las
políticas anti-kurdas que perciben en el AKP. "Ellos [la policía] no
diferencian entre las mujeres, niños y adolescentes: acaban matando a todo el
mundo. Lo que exigimos es solamente nuestros derechos, utilizar nuestra lengua
y que respeten nuestra identidad... Es lo que nuestro hijo quería y lo qué
todos los seres humanos quieren. No queremos guerra, queremos paz, y una vida
pacífica y ver a nuestros hijos crecer".
Un grupo de mujeres
levanta sus manos en señal de "victoria" y entonan el himno nacional
kurdo "Ey Reqib" fuera de la mezquita de Cizre. Imagen por John Beck.
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