domingo, 17 de mayo de 2015

El sueño de Erdogan: las reglas del sultán

En el año 2015, Erdogan dio a conocer un séquito de 16 "guerreros disfrazados" en su nuevo palacio presidencial, que representa a varios imperios turcos a lo largo de la historia.
Por: Burak Bekdil / Instituto Gatestone.

Es época de elecciones en Turquía. El 7 de junio, los turcos Irán a las urnas para elegir a un gobierno y a un primer ministro que gobernará el país por cuatro años.

En realidad, irán a las urnas para decidir si quieren un Sultán electo o no.

El Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, no quiere ganar sólo una mayoría parlamentaria de su partido Justicia y Desarrollo (AKP). Quiere una mayoría de dos tercios, así podrá enmendar la Constitución para introducir un sistema presidencial ejecutivo y el Sultán podrá gobernar otra vez oficialmente.

En 2013, Burhan Kuzu, Presidente por el AKP de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento, comparaba las amplias facultades del primer ministro de Turquía (Erdogan en ese momento) con las de la Presidencia de Estados Unidos, diciendo "Obama es un pobre tipo, el primer ministro es poderoso”.

Más recientemente, durante una rueda de prensa después de una visita a Kazajstán, Erdogan dijo a un grupo de periodistas turcos el 18 de abril: "Miren. Obama no logra que sus decisiones se cumplan".

Era otra frase con la cual expresó su obsesión para transformar la democracia parlamentaria de Turquía en un sistema presidencial ejecutivo "a la Turca," en el cual un hombre elegido monta un “show” unipersonal sin controles ni contrapesos institucionales.

Los poderes que tiene un Presidente turco no satisfacen a Erdogan. Él es el hombre fuerte, pero quiere más. Quiere poderes casi ilimitados: quiere ser el Sultán democráticamente electo de un supuesto Imperio Turco emergente.



A pesar de artículos de la constitución que exigen al Presidente no ser no partidista en la política interna, Erdogan ha estado corriendo de un mitín electoral a otro atacando a los partidos de oposición y ensalzando los “éxitos” del gobernante AKP, toda vez que ese partido llegó al poder hace más de 12 años.

Erdogan dice constantemente que quiere 400 diputados. No dice de qué partido quiere 400 diputados. No tiene porqué decirlo, ya que todo el mundo lo sabe. Es la primera vez que un Presidente turco, supuestamente no partidista según la Constitución, hace un tour de todo el país en apoyo de un partido político.

Turquía tiene una legislatura de 550 escaños. Cualquier partido (o partidos en coalición) que gane(n) 276 asientos puede(n) formar un gobierno. Pero 330 votos son necesarios para llevar una enmienda constitucional a referéndum y 367 para aprobar una enmienda constitucional en el Parlamento sin referéndum. El AKP está luchando no por los 276 escaños para formar un gobierno de partido único sino, bajo la sombra de Erdogan, por lo menos por los 330 para hacerle un Sultán electo.

Todas las encuestas, incluyendo a la oposición, ponen al AKP a la delantera. Aunque es casi seguro que el AKP será el ganador, todavía puede ser el perdedor. Si el pro kurdo Partido Democrático del Pueblo (HDP son sus siglas en turco) logra pasar el umbral electoral del 10% para entrar al Parlamento, con un 40% a 45% el AKP sólo ganará entre 280 y 310 asientos y, en tal caso, no estaría en capacidad de cambiar la Constitución en consonancia con los deseos del Sultán.

En 2013, el semanario “The Economist” hizo este montaje de Erdogan con el Sultán Otomano Selim III en su portada para ilustrar sus crecientes tendencias autocráticas.
Por lo tanto, la clave para entender las consecuencias de la elección del 7 de junio es ver la actuación del HDP. Si no gana el 10% de la votación nacional, no conseguirá escaños en el Parlamento, y la mayoría de los escaños que habría ganado serán para el AKP, por cortesía del sistema electoral turco.

Con el mismo porcentaje de votos, el AKP puede ganar 280 o 330 asientos dependiendo de si el partido kurdo logra entrar al Parlamento o no y así fracasar o triunfar en enmendar la Constitución para una Presidencia "a la Turca". ¿Injusto? No en un país donde la justicia es mera trivialidad.

Erdogan ha ganado nueve elecciones desde 2002: tres parlamentarias, tres municipales, dos referenda y una presidencial. Pero no está contento con las facultades que le otorga la Constitución turca. Él quiere más. Quiere ser electo Sultán de Turquía. No quiere ser un "pobre Obama". Quiere, como él dice, "que sus decisiones se cumplan”. Una vez que haya dado órdenes, no habrá chequeos ni contrapesos judiciales, constitucionales o parlamentarios. Sus decisiones deben ejecutarse, como un Sultán.

Los Sultanes Otomanos no eran electos. Si Erdogan gana, Turquía será aún más polarizado y cada vez menos manejable: él será el Presidente no de todo el país, sino de menos de la mitad de los turcos, con la otra mitad odiándolo más que nunca. Si fracasa, probablemente se iniciará una lucha interna dentro de AKP, con muchas - descontentas pero hasta ahora silenciosas - figuras políticas del AKP comenzando a disparar en todas direcciones.

7 de junio es todo o nada para Erdogan. Él será hombre solitario viviendo en un palacio presidencial aislado en Ankara, las manos atadas por las restricciones constitucionales y soñando con un Sultanato que obtenga de las urnas, o se convertirá en el primer Sultán “de urna” del Imperio Turco de sus sueños.
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Burak Bekdil, con sede en Ankara, es columnista del diario turco Hürriyet y miembro del Middle East Forum. 

Fuente: Meforum.
Traducción para solidaridadkurdistanvzla: Andres Pierantoni.



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